Recientemente, se han revelado los últimos hallazgos en el caso del tráfico de antigüedades saqueadas durante las revueltas de la Primavera Árabe. De momento, han aparecido como imputados Jean-Luc Martínez, expresidente del Museo del Louvre en Paris; Jean-François Charnier, director de la Agencia France Museums; Christophe Kunicki, trabajador de la casa de subastas parisina Pierre Bergé & Associés; y el marchante Roben Dib. Aunque la envergadura de la trama, que ya ha alcanzado dimensiones internacionales con la implicación de Estados Unidos, Francia, Egipto y Alemania, dificulta el seguimiento de pruebas.
La investigación parte de la localización de obras robadas: una estela de granito rosa expuesta en el Louvre de Abu Dabi con el nombre grabado del faraón Tutankamon y un sarcófago del sacerdote Nedjemankh, que el Museo Metropolitano de Nueva York ya ha tenido que devolver a El Cairo. De hecho, fue uno de los expropietarios de este último quien destapó el robo al enterarse de que la pieza se había revendido sin que él percibiera la comisión acordada, al ver en redes sociales una foto de Kim Kardashian posando junto a ella en la MET Gala.
Matthew Bogdanos, fiscal del distrito de Manhattan, se encuentra sobre la pista del caso. A partir de sus averiguaciones se ha podido señalar como sospechosos a los hermanos Simonian, anticuarios con sede en Hamburgo y Nueva York, que formaban parte de una red que se dedicaba a introducir las obras robadas en el mercado oficial mediante la falsificación de la documentación de su origen y la cesión temporal de las mismas a instituciones.
Este tipo de delitos solo pueden pararse a través de la cooperación internacional y contando con el soporte de sociedades e instituciones comprometidas con la protección del patrimonio, que eviten que se repitan los errores del pasado. Os remitimos al elDiario.es, donde podréis encontrar más información sobre el caso.