Estamos en una nueva era a la hora de gestionar nuestro rico patrimonio artístico y cultural, que merece la pena reflexionar y tomar decisiones con vistas a un futuro más racional y eficiente.
Todos tenemos presente que España, a través de su historia, ha ido generando un amplio patrimonio artístico, del que todos nos sentimos orgullosos y también somos conscientes del deber de conservarlo como seña de identidad de nuestra sociedad.
Nuestra experiencia de más de treinta años de intervenciones en todo el territorio español, centrados principalmente en bienes muebles, con más un millón de horas de trabajo, nos hace reflexionar sobre el desconocimiento que en estos momentos vivimos en el sector.
Por una parte, la desaparición del tejido empresarial que se había creado en estos tiempos atrás, con una alta cualificación de especialistas.
Por otra parte, la falta de directrices y planes claros de intervención, donde no se priorizan las intervenciones a realizar, así como el descenso en la inversión estatal del orden del 90% en estos últimos 10 años.
Una sociedad rica y avanzada como la nuestra, donde el turismo es esencial en nuestro PIB, tiene la obligación de crear una estrategia de mínimos en la gestión del Patrimonio Artístico.
Debemos cambiar la mentalidad de que la inversión en cultura es un gasto y no una inversión de futuro.
Hemos sido testigos del cambio que ha experimentado nuestro patrimonio artístico en estos últimos años. Todos agradecemos el tirón de los planes de conservación de catedrales, palacios, espacios arqueológicos, museos, etc. entre todos hemos aprendido a valorar con más intensidad lo que nuestros antepasados nos han legado, ya sea material o inmaterial. El conocimiento es un bien valioso y nuestro país debe potenciarlo y ponerlo en valor, pasa a formar parte de nuestra identidad. No debemos dejarnos llevar por la inercia globalizada y las modas. Tenemos que potenciar lo que tenemos y lo que sabemos hacer. Y tenemos mucho que ofrecer; somos un país con muchas posibilidades, solo nos hace falta consensuar y crear planes que generen riqueza.
Es una pena la desaparición de especialistas cualificados, () que han tenido que migrar a otros sectores laborales. Sabemos que esta realidad se da en campos como: artesanía, oficios de construcción y oficios artísticos. Tenemos una sociedad que por diferentes motivos, cada vez da más la espalda al trabajo cualificado. Se está dando la paradoja de que arquitectos y prescriptores tienen verdaderos problemas para realizar proyectos por la falta de mano de obra cualificada.
Cada vez es más difícil encontrar buenos albañiles, cerrajeros, escayolistas, canteros, herreros, etc. No hablemos de encontrar especialistas en oficios más especializados como doradores, estuquistas, ebanistas, tallistas, barnizadores, broncistas, vidrieros, etc.
Cuando requerimos de estos especialistas debemos importarlos o cerrar los ojos y aceptar trabajo de baja calidad.
Últimamente nos estamos encontrando situaciones en rehabilitación, en que se requieren trabajos de elementos decorativos y arquitectónicos, que los jefes de obra se ven incapacitados de llevar a cabo por falta de mano de obra cualificada.
También ocurre que los responsables del proyecto desconocen las técnicas artísticas y optan simplemente por eliminar estos elementos de sus proyectos.
Nuestra empresa se ha caracterizado por mantener en plantilla a artesanos-restauradores homologados por el IPHE y patrocinados por la Asociación de Empresas de Restauración ARESPA, () para homologar a sus oficiales más experimentados, mediante cursos en que se impartían criterios de restauración, documentación, filosofía de la restauración, técnicas analíticas, etc. Se impartían los conocimientos teóricos que daban a estos especialistas una cualificación equiparable a la de otros países europeos.
Nosotros mismos tuvimos la oportunidad de asistir durante tres meses, becados por el Consejo Europeo en el Centro de Formación de Artesanos para la Restauración del Patrimonio Arquitectónico en el año 1987, donde pudimos compartir conocimientos y experiencias con integrantes de otros 23 países del resto de Europa y América Latina.
A la hora de intervenir en un espacio arquitectónico nos encontramos con diferentes elementos decorativos, que no son pintura ni escultura, donde sí se da una titulación oficial y que merece la consideración de ser tratados por un especialista titulado.
Nos encontramos con soportes de madera, yeso, hierro, bronce, mobiliario, piedra, dorado, vidrios, azulejos, etc. Técnicas decorativas como el estuco mármol, estucos de cal, eglomises, cerrajería artística, relojería, etc. donde el oficio debe combinarse con criterios y técnicas de restauración, para dar trabajos con rigor, conocimiento y calidad. Todo esto está recogido en las cartas de restauración desde la de Venecia hasta la de Atenas.
Creo que el IPCE fue consciente de esta carencia y apoyó en su momento esta iniciativa de homologación de oficios artísticos en el campo de la restauración, siempre con la máxima del trabajo en equipo, el de mínima intervención, la reversibilidad de la actuación, la discernibilidad y la documentación.
Como ya he comentado, el IPCE, antiguamente el IPHE, tanto en el año 1987 dirigido por D. Jaime Brihuega, o con D. Álvaro Martínez Novillo en 1998, han sido conscientes de la importancia de homologar y poner orden en la formación de artesanos en el campo de la restauración. Igualmente ARESPA, () ha creído en la necesidad de dar esta formación al personal de las empresas asociadas.
Todos tenemos cabida y a todos nos interesa que nuestro sector actúe con rigor y excelencia. Cada vez se hace más necesario entablar un diálogo constructivo entre todos los agentes que directa o indirectamente trabajamos en el campo de la conservación del Patrimonio Artístico Español.
La experiencia es un grado, creo que esto es evidente para todos. Nadie desea poner en mano inexpertas la vida de su patrimonio personal. “la ignorancia es atrevida” cobra un significado evidente en intervenciones que desgraciadamente hemos visto publicadas últimamente y para ello todos tenemos que ser humildes y encontrar un punto de respeto al trabajo de los demás.
Por nuestra empresa El Barco® han pasado más de 400 especialistas, la mayor parte de ellos licenciados o diplomados en Restauración y Conservación, pero también han pasado magníficos artesanos-restauradores que en equipo, nos han permitido llevar a cabo proyectos muy comprometidos y de indudable relevancia.
Este compromiso con los oficios artísticos nos ha llevado incluso a colaborar con el Servicio Regional de Empleo de la Comunidad de Madrid, para impartir en nuestras instalaciones cursos de técnicas artísticas. () Más de 200 alumnos en 16 cursos han aprendido técnicas artísticas y artesanales como: Escayola artística, estuco mármol, realización de frescos, dorados, talla, ebanistería, marquetería, barnizado, pintura decorativa, esgrafiados, etc.
Igualmente hemos realizado presentaciones de carácter didáctico, () que se pueden visualizar en la web, en que se pueden ver los trabajos de mayor relevancia, ya que opinamos que el conocimiento de la experiencia del trabajo debe estar al alcance de todos y tenemos que aprender a compartir, para poder discutir y ampliar nuestro conocimiento.
Sí, la experiencia es un grado y nuestro patrimonio son todas las obras realizadas de los que nos sentimos satisfechos y de las que todos los que hemos formado parte de ellas en la familia de El Barco® se sienten orgullosos.
No es nuestra intención descalificar a nadie, pero tenemos que trabajar unidos por el bien de todos y por el bien de nuestro patrimonio Artístico, que es de todos y nos da la dimensión de lo que hemos sido e inspiración para imaginar lo que seremos y lo que podemos llegar a ser.
